viernes, 16 de enero de 2009

un nuevo camino



Cada noche miraba tú cara, antes de dormir, nuestros labios se juntan con cierta dulzura. La pasión era un mero recuerdo, la lujuria, el deseo, lo portaban otras personas. Unas iban y venían, algunas duraban y una en concreto marcó la diferencia.
Todo iba bien, era genial, era feliz.
Me desperté sonriendo, no eras tú la causa de mi alegría. Volvieron las dudas, tuve valor para admitirlo, no para hacerlo.
Los días pasaban, llenos de trabajo, cuanto jaleo de arriba a bajo. Me pasaba el día sola, estando en casa, pero no terminé de sentirlo nuestro hogar. En el sofá comiendo, recordaba cuando te conocí, todo me iba mal, me diste tranquilidad. En mitad del desastre post-adolescente me diste estabilidad.Cuánto tiempo hacia ya de eso, prefería no pensarlo.
Te quiero, nunca te haría daño y perderte me daba pánico.
Tantos baches superados, asperezas limadas, parecía que era real.
¿Nos queremos como somos o como nos vemos? Esta pregunta era continua.
Eras el reposo del guerrero.
Cuando no estabas pensaba en ti, pero no se, si te echaba de menos.
La vida me llevaba de un extremo a otro, casi nunca estabas, aunque te lo pidiera, no lo harías, mi modo de vida, te molestaba, te irritaba.
Después de la tormenta, llegaba la calma.
Se abría la puerta, que humor traerías, “me gritarás, ignorarás o me amarás haciéndome pensar que sin ti no puedo estar”.
Dejé de ser yo para estar contigo, acepté tus reglas de convivencia. Mi mente me decía una cosa, mi corazón otra. No creí que fueras así, no creí que arrancarías partes de mí, como si yo no te gustara me moldeaste, me dejé, no lo vi.
Cuando quise darme cuanta, era demasiado tarde, contigo de una manera, con los demás de otra, guardando apariencias.
Mentiras, secretos, desconfianzas, tu fingías, yo fingía, un parche tras otro, al final la relación se desinflaba. Si me lo pregunto, intento convencerme, pero eso no era amor, necesidad, cariño, gratitud, ternura. Algo que no desaparecerá, una gran hermandad. Un día alguien me hizo darme cuenta y afronte los hechos. Llegado de la nada una sensación diferente, algo especial, un estallido, lo pensé, lo intente, y no pude, no quise luchar contra ella. No valía la pena, negar lo evidente. Era el final.
Miro a mí alrededor, veo que hay mucha gente que esta como yo, sabiéndolo o sin saberlo. Algún día se darán cuenta, o serán felices en la hipocresía.
Miro atrás y no me arrepiento.

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