miércoles, 28 de enero de 2009

gracias


Gracias por ser ese trago de agua en medio del desierto, por ser alo de luz en la oscuridad, soplo de aire fresco y puro que te hace respirar y poder continuar.

Dicen que cada persona tiene ángel de la guarda, al mío no le dieron alas, le dieron un corazón inmenso, donde cobija al indefenso.

Cuantas veces abras secado mis lagrimas, cuantas abras sido tu su causa.

Eres como las rocas donde choca el agua, para mi alma, un lugar donde descargar la rabia, para descansar en calma, a la deriva de mis sentimientos, acurrucada en tus brazos, mecida.

Gracias por estar ahí aunque no te llame, alerta, cuidándome a la distancia, así tu mano esta ahí cuando caigo para levantarme y darme el empujón que da impulso.

Compañero de mi lucha, de mis días de mis noches, de mis llantos y mis risas,

Pero sobre todo cómplice de mi vida.

Gracias por ser ese amigo, ese héroe, valiente que hace frente a mis miedos, y escoge mis abrazos para escapar de sus pesadillas.

Juntos construimos un castillo y luchamos contra dragones, nuestras armas, la clandestinidad, la palabra, nuestro fin, que mas da, lo bonito es disfrutar del camino y yo no desearía otro compañero de camaradería, de juerga, de cabezazos contra la realidad, de noches en vela. El tesoro de este castillo, nuestra amistad.

Gracias porque sin ser de mí sangre, venderías tu alma al diablo antes que traicionarme o abandonarme.

En el cielo puse una estrella para que velara por ti cuando yo no este.

En mi mundo, siempre estará tu hogar.

Gracias por elegirme para caminar contigo, por ser como eres en cada instante alguien distinto.

Mi amigo, mi hermano, te quiero

1 comentario:

  1. Caía sin final, hacía tiempo que ya no me importaba al distancia que me sparaba del fondo ni echaba una simple mirada hacia arriba para ver si aún se atisbaba luz a lo lejos. Solo tenía los ojos cerrados, dejando pasar el tiempo en el vacío de la desilusión.
    El dolor que sentía no se puede describir con palabras, al menos no creo que pudieséis entenderlo con el escaso valor que le dais a las letras que no tienen un sonido metálico, es algo ajeno a vosotros y vuestra lógica.
    La incompresión y la desilusión me abocaron al pozo de la miseria y la autodestrucción.
    Un peso que cae a plomo, con un zumbido especial, como una vara de madera cuando se agita con el ritmo necesario.
    ¡¡¡zzzuuuuuum!!!
    Algo me detuvo en el silencio, entre las lágrimas de la desilusión encontré unos brazos desconocidos que se abrieron a mí y me abrazaron sin esperar nada a cambio. Me dejé llevar, me fundí en el abrazo que supuso el fin de un vacío insoportable.
    Todo cambió en aquel preciso instante, nada debería romper ese momento en el tiempo y en mi mente.
    Unas alas gigantes me acunaron durante un tiempo que caminaba despacio, pesado, como en un reloj de arena, en el que los granitos jamás acaban de caer del todo. Cada segundo, una eternidad desconocida de paz reconfortante. El calor de las plumas de tus alas me hizo sentir bien, detuvo mi caída y me dió el tiempo suficiente para mirar en mí mismo, buscando algo que pudiese ofrecerte para pagar la joya más valiosa y oportuna que nadie me había dado jamás, el cariño desinteresado.
    Una gota de tu sangre se vertió en mi alma y me hizo recuperar la confianza perdida por el pasado negro que manchaba las suelas de mis zapatos. Se pegaba a mi como el una especie de fétido y viscoso plástico fundido.
    Todo cayó bajo mis pies con ese abrazo, aunque aún lo huelo a lo lejos, todos los lastres golpearon el fondo del pozo, me sentí más ligero y pude comenzar a golpear con fuerza los miedos y los complejos que me maniataban, aquellos grilletes siniestros temblaron bajo una capa de cálidas plumas.
    Miré a los ojos de los brazos que me sostenían, y me miraban con la dulzura de un ser que no existe salvo en nuestros sueños. Una mirada me bastó para ser feliz y comprender que siempre habíamos sido hermanos. El destino te había puesto en mi camino para que no lo andásemos solas.
    Cada abrazo hace recorrer una chispa eléctrica bajo mi piel que sube toda la columna y estalla detrás de mis ojos, cada mirada me recuerda que no debo dejar que tus alas me abandonen, ni se rompan, el destino nos ha puesto cerca para que volemos juntas y jamás volvamos a estar solas.
    La mano que me coge es firme y dulce, el camino que andamos es duro y agudo, a cada paso celebro el momento en el que apareciste para devolverme la esperanza huida de mis sueños.
    Ahora lo sé, eres mi hermana pequeña, la que me salvó de la abominación gris perla a la que se lanzaba mi vida. La hermana pequeña que siempre es más fuerte de lo que parece y que me enseño a cambiar cariño por una sonrisa, solo tú conseguiste abrir una brecha en el odio que infectaba mi cuerpo, poco a poco, creciendo en mi interior. Solo tus abrazos han conseguido sosegar la locura que invade mi alma. Mantienes esa brecha, iluminándola con cada beso para que se mantenga viva en un mundo que nos odia.
    Nunca podré agradecerte ese momento que desequilibró la balanza.
    Si estuviese en mi mano, o fuera necesario, veríamos arder mil veces la tierra y el cielo por un único instante de aquel abrazo y sentir como vierte su cariño en mi interior.
    Mil veces gracias.

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