jueves, 19 de febrero de 2009

el viejo juan


Cada día le veo pasar, con su macuto a cuestas y una sonrisa, no se si viene o va.

A veces parece triste, pero nunca me niega un rato de su compañía.

En sus ojos se puede adivinar el cansancio de todo una vida.

¿Quién será, cual será su pasado, su presente? Solo se que le llaman el viejo Juan.

Tuvo que ser recio y fuerte, por que aun hoy aparenta la templanza de un toro.

Sus manos son un conjunto de pequeñas arrugas, grandes y gordas, pero ya parecen débiles, cuando las ves temblar.

Unos dicen que murió su mujer y se hecho a perder, con el juego y la bebida.

Otros que llego un día y que siempre estuvo así, que no se le ha visto envejecer, y algunos dicen que un día el contó que escapo de casa y que de joven viajo mucho, conoció mundo, luego un día decidió volver y su casa ya no estaba en pie.

La verdad no la se, pero sea cual sea, su vida a sido dura y es solitaria de eso no hay duda. Encima aguanta las miradas desairadas de los que por tener donde dormir se creen mejor que el, aun que la mayoría lo ignoran.

Esta empezando el frío y haciendo revisión de armarios he visto una chaqueta, perfecta para el viejo Juan, así podrá tirar esa que tiene con mil remiendos.

Se acerca por la calle, con esa sonrisa y su naricita roja, una pizca del frío y otra del vino. Con su caminar lento, casi señorial.

Me regala una flor como cada día.

Hoy tengo yo un regalo para el, la cara se le ilumina de alegría, la chaqueta esta como hecha a su medida, da dos vueltas y plegando la vieja me dice: “hay que guardar por lo que pueda pasar”.

Compartimos el trozo de pan con queso y un vasito de vino, mientras yo juego con Juanito, su perro, su único compañero, casi tan viejo como su dueño, juego con el, le encanta que le lance una pelota que siempre va con el. Anda vigilante y cerca del viejo Juan, no sea que este se le pierda.

Tras besarme la mano como si fuera una doncella, regresa a su camino.

Paso a paso se pierde entre las calles.

Me acuesto y en mi escritorio como cada noche esta la flor del viejo Juan, me ha regalado.

Historia curiosa la de nuestra amistad, nada sabemos uno de otro.

Un día lloraba desconsolada, sentada en el rellano, no recuerdo ni el por que. Una flor apareció delante de mi cara y la sujetaban unas manos ancianas, mire y ahí esta el, desde entones, todos los pasa por aquí, nunca se le olvida mi flor.

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