jueves, 5 de marzo de 2009

naufragio


Cuando notas que te hundes, que estas cansado y no resistirás más, tu cuerpo tiembla compulsivamente , las palabras se convierten en sollozos, y las lagrimas no te dejan ver con claridad.

Buscas un sitio donde dejarte caer, te desplomas en la cama, abrazándote a la almohada, como un naufrago debe agarrarse a un trozo de madera.

Sientes como estas cada vez mas aislada del mundo, casi no puedes oír lo que ocurre a tu alrededor, solo tus pensamientos retumban en tu mente, oscuros y confusos.

Una presión en el pecho que no te deja coger aire, respiras de una manera entre cortada.

Todo pierde sentido, tu corazón es arrítmico tan pronto se acelera, haciéndote creer que va a estallar, como se ralentiza hasta tal punto de parecer estar parado.

Es el fin del mundo, nada vale la pena, el deseo de desaparecer se hace cada vez más fuerte, más palpable la necesidad de que todo cambie.

Nadas un mar de desesperanza y te ahogas tragándote tus problemas.

La habitación se hace pequeña por momentos, las paredes van a aplastarte.

Te asfixias, tu voz quebrada, llama a gritos a tu valentía, tu coraje es lo único que te ayudaría a vencer este pánico, gritos silenciados por tu propio temor, ese miedo que no sabes de donde viene, no sabes a que, no sabes por que, pero es un sentimiento que te paraliza. La soledad crea una herida sangrante.

Poco a poco la oscuridad se apodera da la habitación dejándote en penumbra.

El llanto es desolador, se diría que no vas a parar de llorar, que morirás deshidratada, o por tristeza, los ojos se te van cerrando y el sueño te va venciendo.

El sueño llega y duermes tranquila, has llegado al mundo de los sueños.

Es como llegar a una isla tras un naufragio.